Oscar Nieves – Huida de Drakkentown

¡Bienvenidos a Drakkentown! Esta preciosa aldea donde convivimos humanos, enanos, elfos, medianos y gnomos en gran harmonía.

A pesar del terrible hedor que desprende y que parece que nadie va a solucionar… Algo que no es de extrañar. ¿Por qué habrían de hacerlo? Total, los orcos no tienen sentido del olfato, ni tampoco lo necesitan para azotarnos con sus látigos y comerse lo que les preparamos.

Mientras tanto, nosotros comemos día sí y día también los desnutridos frutos que producen nuestros campos, que, a veces, tienen algo de sabor: cuando traen tierra, o gusanos…

Eso sí, ¡trabajo no nos falta! Cada día nos levantamos antes del amanecer y pasamos horas currando y recibiendo latigazos hasta que ya ha anochecido.

Y, por si no fuese suficiente, todo ello custodiados por nuestro excelentísimo, glorioso, majestuoso, el más grande entre los grandes, el eminente Drakken. Sí, ese enorme dragón rojo que te vigila con su magia mientras está tan a gusto en su enorme cueva.

Drakken no tendrá ningún reparo en quemarte vivo por no hacer lo que dice, por mencionar algo sobre vivir lejos de aquí, por preguntar para que quiere el oro de las minas o hacia donde van esos carros… ¡O por simple diversión! Al fin y al cabo, es un dragón; para qué va a buscar excusas.

Pero tampoco lo tenemos tan mal… Dicen que Eleore, la granjera, sabe cómo aplacar la ira de Drakken (por lo menos por unas horas)… Y Nylessa, la maga, se conoce todos los secretos de los orcos… Además, yo me conozco todos los puntos ciegos de la vigilancia de por aquí… E incluso Blug, si, el transportista ese tan feo, dicen que sabe algo de lo que hay más allá de las murallas.

Así que, ¿qué me dices? ¿Te apuntas a salir de aquí?

¿¡SÍ!? Bien… Tal vez Banelthor haya encontrado algo en las minas que nos ayude para…

– Kepminz, “Líder” de los publicistas

 

 

albert-estrada-retocatOscar Nieves nos propuso, en esta aventura, una interesante y original vuelta de tuerca a los escenarios más clásicos de fantasía medieval. Una mezcla entre “Paranoia” y “Dungeons & Dragons”. La población de Drakkentown vive sometida al yugo de un inmenso dragón rojo, capaz de mantener un escrutinio permanente sobre sus súbditos por medios mágicos. Una versión moderna (o más bien, arcana) del impersonal ordenador. Los personajes y la aventura estaban también trufados de ideas originales. Un mediano publicista, un Dragón que, al comer topos, cae en un profundo sopor, etc.

Otra de las virtudes que quiero destacar de este narrador es su dedicación. Salta a la vista que ganas de trabajar no le faltan. Preparó un mapa a todo color de Drakkentown así como una buena colección de personajes no jugadores con los que podríamos haber interaccionado y que, eventualmente, pudieron haberse empleado para substituir a aquellos de nuestros personajes que hubieran fallecido.

En un intento encomiable por huir de la linealidad Oscar previó e introdujo distintas vías originales para consumar la fuga, y procuró que cada uno de nuestros personajes tuviese algo que aportar a ese plan de huida. También manejó de forma encomiable los ritmos y tiempos dedicados a cada jugador, así como la estructura global de la aventura. Una planificación inicial, llevar a cabo lo planificado y, finalmente, la fuga en sí, que se nos torció un poco, aunque al final conseguimos escapar por los pelos.

Dados los tiempos que vivimos en Catalunya, no pudimos evitar ver y poner de relieve los paralelismos con el proceso independentista. Reímos muchísimo con todas esas bromas y nos divertimos como enanos… pero también sentimos la tensión del combate, y el dilema entre la propia supervivencia y la lealtad a nuestros compañeros. Una mezcla de humor y dramatismo que nos hizo pasar una tarde inolvidable.